Mi Abuela...

Mi Abuela Raquel, es, sin lugar a dudas, una de las personas que más amo en este mundo, una de las personas, junto con mi Abuelo Rafael "Poroto" Quinteros (que en Paz Descanse), más buenas que he conocido jamás.

Sé que esta foto no le hace mucha justicia (a mí tampoco) pero es de la Navidad del 2006 y es la única que tengo en formato digital junto con mi Abuelita.

Abu Raquel sufre desde hace un tiempo ya, de Alzheimer, una enfermedad terrible. Para los que tienen la suerte de desconocer los efectos del Alzheimer, espero que nunca los tengan que conocer, porque es como toda enfermedad así, no sólo deteriora al individuo, sino que también su entorno sufre el deterioro del mismo.

Hoy, después de un largo tiempo, fuí con mi Mamá, mi Hermana Julia y mi primo Ezequiel a visitarla al geriátrico donde está viviendo, en Bella Vista (Mamá y Juli van siempre, pero la verdad a veces se hace difícil para mí ir.).

Quiero contarles que mi día fue bendecido en ese mismo momento que abrieron la puerta y mi Abuela puso los ojos en nosotros. Su rostro de felicidad, sus ojos, llenos de una felicidad verdadera, inconmensurable, casi infantil por ver a algunos de sus nietos fue simplemente una bendición para mí. Los besos y los abrazos, de amor y felicidad verdadera, me llenaron de alegría, pero tambien me trajeron a la verdad, de ver como esta enfermedad marchita a la gente que amamos.

Ella nos decía a mi hermana y a mí... "Yo sabía que hoy iba a ser un día lindo para mí, y ahora Ustedes vinieron... que gran regalo me hizo Dios" Que puede hacer uno ante eso?

No sé cuanto tiempo le quede a mi Abuela con nosotros, yo espero y los indicios dicen que todavia es mucho, pero quiero compartirlo con ella, esta visita de hoy, me hizo reflexionar sobre lo poco que necesitamos hacer para que el día de alguien amado sea perfecto. Pero no fue mi visita la que hizo su día perfecto, sino su cariño hacia mí, que logró que mi día fuera inolvidable.

Me parece lindo reflexionar sobre esto, sobre todo en estas Fiestas que se acercan, porque a veces no valoramos cada momento que tenemos con nuestros seres queridos, y entonces simplemente decidimos ignorar que algún día Dios va a llamar a esos angeles a su lado.